(Debo de escribir, no olvidar, se los debo, me lo debo., Quiero)
He salido del Manuel Azaña, uno de los buques insignias de la industria de transportes Trasmediterránea.
Remirando de un lado hacia otro, atreviéndome incluso hacia el frente, me pregunto: “ donde estará?”. Es entonces cuando al fin, encuentro una cara reconocible dentro del maremagnun de sociedad que me rodea. Allí esta, apoyado en una pared, mi amigo Alfonso Naharro, ese santo demente que espera con sus alpargatas de trapo ya rehusadas en la mano y con pies desnudos. Tiene la mirada perdida en el horizonte de caras indefinidas pero con la sonrisa placentera del que espera un reencuentro amistoso. A su lado, un joven de pelo ajetreado entre la finura de su juventud y los rizo-buzo que amamantan su misterio; de ojos azul-cristalino claro más nítidos que las aguas de mar puro y por lo tanto desconocido. Y ha sido el, Miguel, quien se ha percatado que me acercaba porque el desmembramiento cerebral de Alf le impide fijar rostros. Es entendible, he cambiado demasiadas veces de “look” como para ser reconocido.
Envuelto en interiorismo enfermo, silencioso por la soledad e inseguro por el mar de dudas soy abrazado con desgarros de energías que me desbordan las previsiones.
“Alfonsito querido!. Mírale que chulo, descalzado”; “No hace mucho se podía caminar por las calles de Ibiza así, ahora todo ha cambiado. Si no quieres cortarte, ya sabes.
Este es Mik, Moriarty-Mik, Mik-Moriarty”.
Hechas las presentaciones oportunas, caminamos por las calles de IBIZA. Mi primer contacto, respiración abierta, siento que algo es distinto. Alf no para de exteriorizarse a modo de excentricidades aparentemente sin motivo, unas veces haciéndose pasar por turista otras expulsando cacofonías a vozarrón emprendido. Desembocamos en “MARÍA SOLO BAR” donde somos bien recibidos por una camarera simpática (María) que para empezar nos deja facernos un porro de marijuana, el único que llevamos por cierto y regalo de mi amiga Elena; a la vez que descorchamos la botella de vino tinto que mis padres me regalaron en nuestro reencuentro en Almería. Bebemos, fumamos, charlamos, compartimos y nos ponemos al día.
Se dedican a fomentar la isla desde el interior a través de una web site llamada www.ibizapocapoc.net donde Miguel ejerce de reportero grafico.
Me empiezo a dejar llevar en parte por los efectos del rubí liquido aromático extremeño, en parte por el globo humeante, en parte porque estoy cómodo, en parte porque desde hace un rato he dejado de cuestionar y comparar.
Llega el momento de abandonar este coqueto minibar de cierto aire castizo madrileño, el cual tiene la exclusiva de ser la primera incorporación en la lista de la web. La camarera me permite esconder el macuto engorroso en un cuartillo cerca del servicio hasta las 3 de la madrugada, hora de su cierre.
Caminamos, yo desorientado, ellos colocadamente confiados de saber hacia donde nos dirigimos. Damos de lleno con uno de los bares de ambiente de la zona. Me es confesado que pocos “heteros” pasan por allí dado su carácter transgresor. Echo un vistazo por mi mismo encontrándome rodeado de gays con diferenciado estilo, divas de la noche y transexuales que a más de uno le hubiera gustado admirar por su belleza, (afortunado yo). Miguel no para de hacer fotos llamándome la atención la naturalidad con la que la gente posa, nada esta predeterminado, cada fotograma es la expresión máxima de un segundo de realidad, me impresiona el contexto a la vez que escucho a Alf la historia de las calles, los antiguos bares de Ibiza y entre mensajes sublimizares de información sustraigo un misil de palabras: ”con nosotros deja de pensar, déjate ir”. Me lo guardo en algún lugar oculto de mi memoria.
Tras una cerveza que es invitada por el dueño del bar, volvemos a El BAR, a recoger los trastos. Ella sigue siendo encantadora, nos despedimos de la camarera con un par de besos y un “mucha suerte!”, que me llega sincero.
Nos ofrecen costo andando por las calles, nos paramos y preguntamos, “de donde viene?, a ver la calidad?, precio por gramo”, no nos da confianza y nos piramos vía calles oscuras con ciertos dosieres lumínicos que mantienen aun viva la ciudad en busca de un taxi. Alf trata de parar a uno sin darse cuenta que unos metros más allá se encuentra una parada explicita de carros a 4 ruedas. Se indigna porque no logra entender como un servicio publico no atiende a las exigencias del consumidor directo. Yo tampoco, Miguel, no se inmuta, debe ser el más profundamente fumao.
Nos dirigimos a la parada, esperamos, nos paran y nos montan pero el destino final no interesa al taxista, demasiado lejos, demasiado tiempo de conducción, pérdida de clientes desorientados por timar así es que Alf revienta gritando aquello que todos llevamos dentro y que alguna vez hemos pensado acerca del cachondeo taximétrito. ¡¡Esto es un servicio publico!! Pero que coño pasa aki joder, tiene la obligación de llevarnos, ¡ostias! ahora mismo apunto su matricula”. 5 minutos después nos para otro que pertenece a Santa Eulalia y accede. Alf tiene el don de sacar las verdades nunca dichas de la gente, nos enteramos a través del taxista que todo homólogo ha de llevar al cliente si lleva luz verde y parar, ¡q hijo de puta!, pienso entonces.
22.50 euros después nos encontramos en Sa Canal den Marti, un varadero de barcos pequeños dispuestos de tal forma que su juego de luces de orientación nocturno me da la sensación de estar viendo estrellas amarilla-pardosas suspendidas en el aire, a diferentes alturas y sobre el mar de aguas tranquilas en el cual descansan en invierno. Es también lugar de transito hacia todas direcciones. Es aquí donde me planteo bañarme al natural pero el cansancio es más fuerte.
El campamento no es más que una tienda de campaña, un iglú para dos personas, y una mosquitera que encierra una alfombra con un saco de dormir superpuesto que hace los honores de una cama al aire libre. Allí, entre árboles que por mi incultura no puedo categorizar, arropados por sus ramas frondosas y proyecciones ancestrales ramificadas, con la noche abierta a las estrellas, con el silencio del sosiego espiritual; allí se encuentra un refugio con hábitat determinado y microclima propio. Es curioso porque en ningún punto de la isla es permitida la acampada libre, pero Alf me comenta que ellos son los únicos bajo el consentimiento directo de los payeses, que es pseudo gentilicio Ibicenco. ”No se por que nos dejan vivir aquí, ahhh, si, es porque nos quieren”, me susurra Alf.
Hace una noche estupenda y decido acompañar a Alf dentro de la red de tela para evitar que los mosquitos nos invadan. Hablamos, cientos de miles de palabras y los recuerdos se disparan. Arropado hasta estar casi descubierto me despido de el hasta el día siguiente que intuimos esta a punto de sorprendernos. Miguel ya esta profundamente dormido en algún lugar suyo de sueños infinitos.
Despierto desorientado al día siguiente, no se que hora es, he dormido intranquilo por varias razones: lugar nuevo, cama a prueba de espaldas con el sonido seseante de mosquitos inoportunos, varios sobresaltos nocturnos, pero al quedarme solo en algun momento de claridad se que he levitado en un coma profundo, ”por fin!!”. Miguel da nociones de vida, nos deseamos los buenos días y meamos a campo abierto, lo más lejos posible del campamento, !q placer!. Por casualidad me da por preguntarle la hora a Miguel, ”las 14:00”, ”joder, que tarde es, ¿cómo es posible?, si parecen las 10:00? (pienso), pero no, son las 14:00, debe de haber sido el factor mini paraíso encubierto que no deja pasar los rayos del sol directamente y permite la atenuación de luz además de generar una temperatura interior confortable. Es tiempo de bañarse. Alf no esta.
Andando hacia el chiringuito del lugar, nos encontramos con Alf que viene a despertarnos, ¿casualidad?, no, las cosas pasan siempre por algún motivo aunque a veces no llegue a entenderse del todo, reflexiono. Nos dirigimos a desayunar; un café con leche con hielo para mí, un zumo de naranja para Miguel y una caña para Alf que fue el que madrugó primero.
No se como pero me encuentro sentado allí en la sombra enfrente de lo que ayer fue misticismo con Alf haciéndose un porro. Nos lo fumamos. Miguel decide largarse a refrescarse, Alf y yo no paramos de charlar sobre la historia de Ibiza, de la general, sobre la sociedad y sus angustias, sobre nosotros y mis miedos, ”la culpabilidad no existe, vámonos a bañar”, corta Alf, y nos direccionamos hacia la cala de Pou Des LLeó por un camino que ya nunca olvidaré.
Al llegar nos encontramos con el Niño descansado en la superficie de la cala, desnudo, relajado, a lo que decidimos acompañarle. Hacemos lo propio, parece normal pero para mi es la primera vez que hago naturismo, mi retracción de pene me delata a mis ojos; y aunque no estoy acostumbrado empiezo a notar desinhibición, relax, eliminando mis limites impuestos, confiando en los demás y dejándome llevar, que bello. El agua esta limpia y clara permitiendo divisar el fondo lleno de irregularidades rocosas, la temperatura del agua es ideal, y pienso “me estoy duchando con agua salina”. Alf mientras tanto no para de hablar sobre la cala, comenta su origen arcilloso detallando la orogénesis.
Se acercan tres inglesas al lugar. Cuanta armonía, tres hombres y tres mujeres desnudos compartiendo aguas sin pretensiones, cuanto equilibrio. Sigo relajándome hasta que decidimos salir, es hora de moverse.
Caminando por la solana levantamos dedos pulgares, ”quién coño va a coger a tres individuos a estas horas”, cuestiona en voz alta, “seguro que nos cogen, no te preocupes” responde Miguel. Alf dentro de su escepticismo lo corrobora mientras cogemos prestado dos racimos de uvas de unas viñas adyacentes a la carretera. Están deliciosas teniendo en cuenta que el hambre empieza a picar. Y aun entregado a su dulzor, textura y fluido, me percato que una pareja de alemanes para. Asimilando la suerte y pasando por el cruce señalizado hacia Sant Carles me asalta un pensamiento de incredulidad: No me lo puedo creer, ¡nos han cogido!, todavía existe gente buena. El conductor y acompañante a lo suyo, en alemán por supuesto, hasta llegar a una gasolinera a la entrada de Santa Eulalia donde nos despedimos agradeciéndoles tal signo de confianza.
Me acaricia un viento de bienestar que no puedo explicar paseando por las calles, en ese momento Alf comenta: “el Ayuntamiento nos va a pagar igual tanto si vamos por el sol como por la sombra”, utilizando el recurso de su madurez, con lo que nos cambiamos.
Miro, sin prestar atención, atravieso asfalto que no podría recordar, no tendría sentido. El estómago lleva rugiendo hace unas sombras con lo decidimos ir a comer.
Son las 17:00 o pasadas, cuestiono al personal que como nos van a dar de comer a estas horas, ”no te preocupes existe un bar donde siempre nos darán de comer el menú”, me responde Alf. En efecto, calle arriba y cambio a la derecha, encontramos ese pequeño lugar con aire acondicionado, vacío casi expectante, con un par de murales en la pared que se asemejan a un par de payeses a la antigua usanza. Me llama la atención el hombre haciendo un cesto de mimbre con el cigarro liado en el labio y su trankilidad arropada por su boina inseparable. De ella recuerdo poco, ambos están dibujados en blanco y negro. Voy al servicio y me desahogo sentado.
7 euros por barba que sacia nuestro apetito, que seca nuestra sed, que nos tranquiliza. Ensalada, una de ellas sin maíz para Alf, y un par de filetes con huevo y patatas fritas. Hacia tiempo que no comía esto, al menos 2 años, mi placer habla. Alf y Miguel sonríen, “para poder ser rico en espíritu has de desprenderte de todo lo material, dar sin esperar y apreciar lo que eres”, dice Alf antes de comenzar su flan. Nosotros procedemos con un par de natillas de chocolate al son del silencio de degustación.
Debemos continuar hacia la casa de un colega de Miguel llamado Rudi básicamente con el fin de conseguir hachís de confianza para futuros viajes mentales. 'N. del E. : Autobús a Ibiza y después a San Antonio por el mismo sistema'.
Rudi es un amigo de la infancia salvaje de miguel; aquel que compartió momentos de supervivencia en casas desabitadas, ocupadas; su compañero de arco y flecha en pos de una supervivencia inocente. Ahora da la sensación de haberse racionalizado porque vive en un bloque de pisos aparentemente homogéneo. Las voces de bienvenida entre ambos dan paso a Alf en silencio. Entro el último.
Es curiosa la casa de Rudi, le pillamos comiéndose un plato de pasta con un colega que se prepara un Bong de hachís . El salón es denso en decoración exótica, figuras de todo tipo incluyendo el delfín de madera que Miguel moldeo exclusivamente para él, “no sabia que Miguel tuviera es don”, le comento a Alf; “ya ves, el Niño tiene arte”. Otros elementos que me asaltan las pupilas son el sofá-cama con cubiertas de tela en forma de remiendos de colores; una vez medio tumbado en el, en frente, la separación creada entre la entrada de la casa y el salón a modo de tela multicolor colgada en una barra de metal delgada, fija toda ella a la pared de manera personal.
Una vez descargado de peso empiezo a percibir una mezcla aromática en el ambiente entre la suavidad profunda de una barrita de incienso y la densidad cargada de sustancias fumables. A mi alrededor juegan dos perros de raza, que aun teniendo conocimientos veterinarios, no logro descifrar, ”cruce de cruces”, me digo a mi mismo. Uno de ellos, el más pequeñín, es un polvorilla al que parece ser que le caigo bien ya que me presta su pelota para compartir. Jugamos un par de minutos mientras Alf negocia con el otro colega de Rudi la compra-venta de la pieza marrón. Afortunadamente conseguimos su último pedazo de mierda por el módico precio de 20 euros. No esta mal. Una vez le he dado el dinero y tengo la piedra en mi poder me recuesto en el sofá-cama, bastante cómodo y tranquilo, mientras escucho como el “camello puntual” conversa con Alf acerca de su oficio.
Parece ser que empezó de la nada y se estaba convirtiendo en uno de los mejores trabajadores en madera de restauración de edificios. Al mismo tiempo, Rudi y Miguel se ponen al día el uno del otro paralelamente, pero acabamos por confluir en comuna al unísono del Hit from the Bong. Cada uno va aspirando a pleno pulmón golpeándole de diversa manera y gradual. Alf no lo prueba, ”a mi estas cosas me dan dolor de cabeza”, con lo que se abstiene haciéndose uno de los suyos. Me lo pasa y me desvanezco por un instante. La percepciones me estallan una detrás de otra, inmóvil pero consciente. “Bueno chicos, nos vamos al festival del Rayo”, avanza Alf, ya que Miguel con su “morao” no atina a tomar una decisión. Nos levantamos como podemos y nos dirigimos hacia la calle. Vamos tarde. No importa.
Ya por la sombra, Miguel pretende unas cervecitas para la fiesta pero Alf se muestra reacio. Desde hace un rato, incluso antes de pillar, comenta que esta cansado, que tiene rozaduras en el pie de las alpargatas, que por qué no es mejor que se vaya Miguel solo y nos deje a nuestra ver… De alguna manera Alf sabe que no es bien recibido en ese lugar, de algún modo quiere hacérselo llegar a Miguel sin hacerle daño entre otras cosas porque es la fiesta que celebra su familia.
Presido la escena sin inmiscuirme, demasiado ‘fumao' pero sabiendo mi sitio. Miguel insiste, debemos ir con él, quiere que estemos presente con lo que después de un rato de cruce de intenciones nos dirigimos hacia la rotonda en la salida de San Antonio, dirección Santa Inés, lugar donde dicho evento se celebra.
Por supuesto no hay ni la más remota duda de que nos acercaremos haciendo dedo. Alf vuelve a asaltarle ese estado de negación, esta vez alegando que no puede andar mas, que es demasiado tarde y que ningún coche va a llevarnos hasta el lugar a lo que le contesta Miguel: ”tranquilo, tiene que pasar alguien que vaya a la fiesta”. 5 minutos después, en efecto, una pareja para; directos al lugar.
En esos 300 segundos intermedios, soy puesto al día de lo que significan las palabras “Festival del Rayo”.
Al parecer es un fiesta organizada por una de las ultimas familias hippíes que habitan la isla después de la ola de fervor que dicha filosofía tuvo finales de los 60 y principios de los 70. Esta familia tiene relación directa con Miguel, puesto que él, en parte y por un tiempo, se crió con sus hijos que ahora son sus amigos. Miguel los conoce perfectamente. Hace tres años por no se que movida, la fiesta fue suspendida. Cuentan los bulos y leyendas que ‘al Pera', el organizador, el padre espiritual de la familia, le dio una ‘noia' y cortó radicalmente el evento.
(CENSURADO) ...se encuentra la vía de su acceso. Entramos en un camino conductible señalizado por lazos azules que van guiándonos entre árboles, tierra asentada, marcada por huellas de neumáticos anteriores y bifurcaciones repentinas del camino. Pasadas tres y siguiendo la veda, intuimos la llegada. Varios coches aparcados lateralmente y una casa que se divisa entre arbolado bajo, medio y alto del interior de la sierra. Estoy un poco nervioso, tanto que decido mear una vez bajado del coche, Alf me acompaña y comentamos el estado iluminatorio de Miguel, la facilidad que tiene en dejarse llevar y desconectar, como esta tan seguro de la suerte positiva de las situaciones.
Alf ha encontrado una vara de madera que le da un toque de sabio ancestral, “para entrar como se merece ¿no?”, le pregunto, ”ya te digo mira tu oye“.
Allá vamos, en el despertar de la noche, adentrándonos cada vez más en la burbuja, voces perdidas en algún sitio de la sierra. Alf y yo vamos retrasados, la perspectiva es mejor, se puede ver con claridad, analizar desde un punto de vista objetivo la situación sin alarmas de excentricidad.
Hemos penetrado de lleno en el murmullo generalizado de voces distintas, distantes y extrañas para mi. A mi izquierda me percato de una mesa rustica vestida de diferentes boles ceramizados con comida que parece de lo más artesanal, platos de diferentes tamaños, una ristra de vasos de plásticos y una cazuela de barro equipada con su cazo en cuyo interior se puede divisar algo parecido a un mejunje de densidad mayor a la del agua. Definitivamente, la elaboración de la sustancia sólida parece de tipo casero aparte de esmerada.
No me atrevo a catar nada puesto que tengo un poco de apuro, me siento en una casa donde el extraño soy yo y la cohibición me invade; es curioso, Alf tampoco se decide a probar.
más a la derecha se encuentra le entrada a la casa, que según nos cuenta Miguel es ocupada desde hace ya varios años por la familia, a lo que alega Alf: ”joder, pos después de tanto tiempo habitándola deberían haberla arreglado, no?”, “está como se la encontraron”, responde Miguel.
Hecho un vistazo a mi alrededor, ser el ultimo tiene esas ventajas. Observo la peña que me rodea, atino en mi confusión diferentes culturas entremezcladas sin aparente relación; desde béreber pasando por mejicana y sorprendiéndome gente que podría encontrarme por la calle.
Entre tanto Alf parece saludar al organizador de esta historia, un señor con barba y pelo castaño medio largo, medio alborotado con un delgadez visible pero de complexión fuerte. Miguel me comenta que ese es El Pera, como si fuera su tío, al mismo tiempo que le pregunto por la bebida, ”es un bebida hecha a base de higos chumbos”. En un golpe de valentía me acerco a coger un vaso y a servirme. Tiene un sabor dulzón donde las pepitas del fruto de origen juegan entre mis dientes y paladar. Me gusta, puedo divisar en el fondo del vaso el higo machado de donde salió el liquido que me acuna la sed; trato de buscar con la mirada a Miguel para agradecerle su conocimiento con una sonrisa pero ha desaparecido entre la muchedumbre. Decido pues ir a la busca y captura de Alf que logro encontrar unos metros más adelante.
Supuestamente llegamos 2 o más horas tarde pero todo parece tomar forma para comenzar. Si, la casa tiene alrededor de la entrada una zona de techado en donde se han colocado los instrumentos que pasan desde una batería hasta un órgano-sintetizador eléctrico, pasando por guitarra eléctrica, bajo, acústica, trompeta…,” se trata de improvisar”, me comento Miguel antes de esfumarse.
Viendo que la música va a ejercer de unión de seres, Alf y yo nos buscamos un sitio en la distancia quizás para pasar desapercibidos.
El suelo esta arropado de esterillas o mantas de mimbres que hacen confortable la sentada. Eso hacemos y Alf empieza a procesarse un porrito al mismo tiempo que los primeros acordes rompen el aire. Suena bien, si, me gusta, el punto de partida ha sido El Pera que es quien toca la guitarra eléctrica, le ha seguido el bajo, el órgano y después la batería. Los instrumentos de viento esperan tranquilos mientras los demás se van conjuntando poco a poco. Si, suena bien. Alf ya se ha encendido el canuto cuando me percato que un grupo de chavales miran para todos lados extrañados, como buscando algo. Buscan la procedencia de ese olor inconfundible a hachís, nos localizan y se hacen gestos cómplices de haber encontrado el origen. “qué pasa, no esta permitido fumar aquí?”, intuyo que a la gente no le hace mucha gracia, cosa que definitivamente no entiendo.
Durante unos segundos de interiorismo vuelvo a desvanecerme en mi silencio que desde mi llegada no había tenido. Se lo comento a Alf, ”estoy hecho un puto lío”, ”aun estas pensando?, ya te vale”. Se que tiene razón pero me es difícil, llevo demasiado tiempo encerrado en mi mismo, en mis miedos por ser yo mismo, en el que dirán, en la represión mental absurda a la que me he acostumbrado, me cuesta desligarme de mi propia celda. “A veces es también necesario dejarse llevar por los demás, deja de comerte el tarro. Tío descansa, tu cabeza no para de pensar”. ”Si, Alf, pocapoc, ¿no?”, “eso es pocapoc”, y con estas ultimas palabras diviso en su cara una sonrisa de complicidad que me tranquiliza, al menos las neuronas.
Seguimos fumando, uno detrás de otro. Ya no me preocupa la gente a mi alrededor y aunque mis ideas aun son turbias, mi mente esta receptiva, los sonidos me inundan. Esta vez el saxo entra suave haciéndose hueco hasta encontrar un momento de solo. En ese instante Alf se dispara, ”tiene cojones” O sea que a nosotros nos prohíben hacer fotos y cubrir el festival y encontramos aquí hasta cámaras profesionales”. Según los organizadores, era un momento familiar que no debía ser retratado, ”menos mal que el Niño se ha adelantado y ya sacó la cámara. Mírale, a su bola. Esta pedo. ”En efecto, allí en medio de todos, sin importarle una mierda lo que hay alrededor, ni tan siquiera lo que pueden decirle miembros de su “familia” por estar retratando esos momentos íntimos tan pregonados por ellos; nada puede pararle, esta en estado de gracia captando la mejor de las realidades: la naturalidad. Alf asiente en su convencimiento, deja las malas energías aparcadas porque es feliz de ver a Miguel como se realiza, de ver que todo esta en su sitio.
Mi cuerpo empieza a zarandearse. En parte a mi estado de drogadicción adquirido, en parte a la mezcla de mezcla de músicas. Me divierto, sonrío, quizás por despreocupación, eso me va animando. La música va dando paso al anochecer limpio de nubes y suave de brisa. Me acerco hasta la cocina para pillar un vaso de agua. Siento miradas austeras a mi alrededor que hacen que me lo sirva más deprisa. Salgo hacia fuera precipitado con ese hormigueo estomacal que nace cuando eres consciente de que la gente a tu alrededor se cuestiona quién coño eres y qué cojones haces allí. A lo lejos diviso a Alf subido en un muro admirando el paisaje en el trasfondo de las luces atenuadas unos minutos antes por cartulinas enrolladas a modo de conos abiertos, que hacen los honores de lámparas. Miguel me sorprende mirándole y le hace una foto. Se me vuelve a perder, me acerco al viejo zorro para, con el agua, amansarle.
Los músicos han dejado de actuar y han dado paso a un grupo de percusionistas africanos con sus jembes mimados, alguno de ellos con cascabeles en forma de hojas finas adheridas a sus joyas acústicas. Tocan haciendo alarde de sincronización y buen oído lo que fomenta el movimiento de los que estamos a su alrededor. El saxofonista y una chica rubia de belleza salvajada parecen entrar en trance y nos deleitan con capoeira improvisada. Ella tiene una flexibilidad y extensión de extremidades espectacular. El la acompaña como puede. Se podría decir que es como un caballo domado guiando a un pura sangre.
10 minutos después, o más o menos, la percusión cede con un toque conjunto de contundencia estudiado llevado a los límites más sagrados de sus raíces. La gente estalla en gritos y aplausos de reconocimientos. Espero que mis silbidos de apoyo les lleguen intactos.
La fiesta continua con un personaje que se erige como el chaman del siglo XXI y acompañado por el sintetizador reconvertido a órgano, nos deleita con una historia sobre como la naturaleza es destruida por el consentimiento humano al avance conjunto de maquinas y tóxicos. Entre un castellano difuso pero entendible, con una puesta en escena interesante y entre máscaras anti-gases, caretas varias asemejando animales, va involucrando a los espectadores acorde con sus argumentos, provocando risas y cierta reflexión entre nosotros. Curioso.
Y más música, esta vez más participativa ya que se acoplan percusiones varias de espontáneos agregados por el mero placer de transmitir sentimientos a través de acordes sin notas preestablecidos. La melodía conjunta avanza, es demasiada buena como para estar sentado o incluso quieto. Empiezo a ser poseído por la armonía compartida, mi cuerpo obedece al son del ritmo, mi complicidad esta entrelazada con esa bailarina de capoeira, el movimiento de nuestros cuerpos va al mismo son, las miradas y los guiños de sonrisa también. Estamos conectados uno a cada punta del recinto pero no importa. De repente se produce un momento de jubilo incontrolado, todos vibramos, fluimos en aire cargado de esencia indescriptible. Cuando quiero darme cuenta me encuentro en medio del éxtasis rodeado de personas que no conozco bailando, tocando las palmas, gritando y silbando. Por un segundo trato de entender, solo por uno porque en el siguiente estoy volando mimetizado.
Satisfechos aplaudimos. Han debido de estar tocando más de media hora!!. Nos calmamos y nos preparamos para el cuenta-cuentos que no es ni más ni menos que un bereber de crines curvilíneas negras zahínas que a simple vista parece majete.
Sentado en una sillita de madera, a modo de abuela lustrosa, con el publico entregado al jubilo increcento, se dispone a narrar entre murmullos. Su único apoyo es un libro de pasta azul en donde se pueden divisar sus paginas amarillentas castigadas por el paso del tiempo, ”Puedo contaros uno muy largo o uno corto y otro intermedio, que preferís?”, interrumpiendo la jacaranda. ”Mejor uno corto y otro medio, ¿verdad?”. La muchedumbre parece darse por aludida y gradualmente el silencio empieza a reinar en la atmósfera. El primer relato, el corto, empieza a tomar forma para educarnos los oídos. Deduzco que está traduciendo directamente del libro, enriqueciéndolo con sus connotaciones personales pues de vez en cuando echa un vistazo a las paginas separadas por su dedo pulgar. Me crece la admiración hacia esa voz fuerte, ronca, cortante, con pequeñas alteraciones lingüísticas propias del que se sabe que no es nativo. El mensaje subliminar de doble fondo queda grabado en algún lugar de mi disco duro mientras mi sonrisa acompaña mis palmas por la satisfacción. Alf y yo nos miramos cómplicemente, nos ha gustado.
El segundo, el intermedio y definitivo, entra en palabras minuto después del otro:“ A Un hombre de campo le fue dicho que llegaría el tiempo en que las aguas del mundo serian infectadas con el virus de la locura y que todos aquellos que la bebiese dejarían de ser lo que eran para convertirse en seres diferentes. El hombre empezó a guardar el agua aun no contaminada en todo tipo de recipientes, tanques sumergidos en agujeros subterráneos, con el fin de abolir el mal de aguas. Esos tiempos anunciados llegaron. Las gentes que bebían ya no eran las mismas y no recordaban lo que una vez fueron, mientras, el pequeño hombre bebía a modo de sorbos para no agotar su minúscula reserva innecesariamente al mismo tiempo que observaba como poco a poco todos a su alrededor enfermaban. El intentaba hablar con los demás, explicarles lo que estaba sucediendo, que estaban contaminados, enfermos…, pero nadie le creyó, es más le tomaban por loco por no ser como los demás. Y llego el momento en que se vio solo, nadie le escuchaba, nadie lo haría ya nunca. No podía hablar con nadie porque lo rechazaban por loco. Entró pues en depresión, enfermo de silencio agónico y para no morir de soledad profunda decidió beber del agua infectada para así abandonar su aislamiento forzado”.
5 segundos de conmoción me bastan para estallar, desgarrándome la voz y la piel de las palmas de las manos.
Acto seguido una breve presentación d´El Pera introduciendo una sesión literaria anglo-española. Los artífices, un británico-parlante arropado por la bella salvaje de cabellos dorados que no hace mucho atrás, unió su diversión a mi bienestar.
Los versos van surgiendo inundándome los oídos:
“Do we have to destroy all the natural things and the beauty of the world?...
(Tenemos que destruir todo lo natural y la belleza del mundo?)…
Alf comenta, “no me enteró de lo que dice!”, exclamó. Su tono melancólico- esperanzador es captado por mis neuronas las cuales se han cambiado el chip para catar sus pinceladas anglófilas. La traducción simultanea en cada parada de entendimiento no es fiel al escrito, es más armoniosa y sin tanta crudeza, pero es la voz de esa chica me hace profundizar en mi estado.
Verso tras verso, línea sobre línea…,
“..It's time to make things happen.”
(…es hora de hacer que las cosas sucedan)
“Buah!!, vaya alarde de genialidad”. Cada palabra es magistralmente conectada a la siguiente para darle ese toque ecologista de respeto hacia el medio ambiente. Me hace reflexionar por unos segundos, en cierta manera tiene razón el autor, pero por otro lado sigue siendo una utopía, todo ha de surgir del pensamiento común de hacer cambiar las cosas sin esa unidad de conciencia, la utopía seguirá siendo eso, una imposibilidad tactible ‘groso modo'.
Al finalizar el autor comenta: “si alguno de los presentes esta interesado en guardarla, tengo fotocopias en ambos idiomas para quien lo desee”. Obviamente esto hace que me levante sin pensármelo y acercarme hasta él para felicitarle por su obra además de conseguir un ejemplar. En un principio pienso en que seria genial si me lo dedicase más a medida que mis pasos se acercan a el, esta idea va progresivamente desapareciendo. Ya estoy justo a su lado cuando le obsequio con un “congratulations”, que es la manera anglosajona de felicitar. El me mira, me sonríe y empezamos un corto dialogo.
“Pertenezco a una asociación llamada Ibiza Ecologic, cuya señal de identidad es el corazón verde, toma, aquí tienes uno, una copia del croquis donde hallarás el lugar; esta es tu copia en ingles”. ”Muchas gracias. Yo pertenezco a la guía interactiva www.ibizapocapoc.net, donde mis socios Alfonso y Miguel, fotógrafo profesional, están por aquí”, me sorprendo en esos momentos con la manera de globalizar una idea que comienza a ser mía , “nos dedicamos a mostrar la esencia de Ibiza a través de las gentes que la habitan en su profundidad no visible”, “¿ah si?”, me parece una idea genial, mira por donde nosotros estábamos pensando en algo así, pero no encontrábamos la manera de ponerlo en marcha. Como dices que se llama la website?”, “www.ibizapocapoc.net, te apunto la dirección, échale un vistazo y ya me dirás que te parece, ¿vale?. De todas formas, Alfonso esta por aquí por si quieres hablar con él”. No estoy seguro de haberle dado correctamente los datos pero él enseguida me responde: ”lo haré, aquí tienes mi tarjeta, mi numero de teléfono. Ya hablaremos, ahora perdona pero he de irme. Gracias”. “Gracias”.
¿Les he conseguido un cliente?. Me excito por lo sucedido y acto seguido se lo comento a Alf en el justo momento en que me pasa unas caladas del enésimo porro. Me encuentra radiante feliz, satisfecho y lo compartimos.
Vuelven los cantos al viento, las danzas, las sonrisas. Creo estar volando; la temperatura es amable; el viento limpia mi cara, abre los poros de mi respiración, capto la brisa marina a lo lejos en una noche sesgada por el sosiego y las estrellas nítidas. “¿Se puede estar mejor? ,me pregunto. “que se joda el mundo, al menos esta noche”.
La fracción horaria ha dejado de existir desde el momento que desembarqué pero tengo la sensación que llevamos un rato Alf y yo como en espera. Si, Miguel desapareció hace ya un buen rato largo pero en esos momentos aparece. Esta con “el punto”, nos mira aunque parece no reconocernos. Le llamamos la atención para dialogar. “Vengo a por un poco de calimocho para mi princesa”. En ese mismo instante el saxofonista esta tocando el Sitar que podría mal definirse como la guitarra hindú. Es más larga y ancha, de mástil elaborado para el diferente vestido de cuerdas así como más redondeada en su caja para conseguir esos sonidos de trance atmosférico. Puedo observar estilo propio de ejecución que consiste en tocar sentado apoyando la caja entre las piernas y dejando llevar las manos. Pienso en Goerge Harrison, el guitarrista de los Beatles que me viene como un flash viviente a la memoria.
No quiero recordar más pero si lo hago, en ese momento Alf se rebota porque se siente desatendido, es un invitado de Miguel el cual se ha despreocupado de todo desde que llegamos .
“Estamos jodidos, son las 2 de la madrugada y tenemos que llegar a Pou des Lleo. Si nos hubieras dicho que tenias esa historia un par de horas antes ya nos habríamos buscado la vida sin estar pendiente de ti”. Cuando Alf quiere puede ser el hombre más contundente sobre la faz de la tierra, sobre todo cuando dice verdades como esa. A mi no importa, estoy a gusto, no se porque pero tengo la sensación de que todo va a salir bien como así puntualiza Miguel, ”ya os cogerán, siempre hay alguien”. Pero no es menos cierto que las posibilidades son mínimas tirando a imposible. Pero quien dijo miedo.
El último personaje que tiene vehículo propio es un argentino de pelo largo castaño liso que reconozco como uno de los percusionistas de improvisación gratuita. Esta montado en una furgoneta blanca, ”¿a dónde vais?”, ”Al Pou des Lleó pero puedes dejarnos donde mejor te venga.”, ”OK, montaros, yo voy para...”
No logro acordarme del lugar el caso es que charlamos amistosamente quizás influidos por la resaca de la fiesta y las buenas vibraciones. Prueba de ello es que al final nos acerca hasta el mismo chiriguinto del Pou des Lleó. Acojonante, inverosímil. “Realmete, somos afortunados, aun no me lo creo”, pienso.
Esta vez lo tenemos fácil, yo duermo dentro de la tienda bajo petición expresa, estoy cansado y me apetece levitar tranquilo. A Alf le parece estupendo porque aunque él suele dormir en cubierto esta noche es encantadora. Sin más nos deseamos las buenas noches, mañana será otro día.
Joder, ya me ha pasado lo mismo que ayer, me he despertado espacio-temporalmente desorientado aunque esta vez con la sensación de haber descansado del tirón, eso es buena señal. Esta vez estoy solo, nadie a mi alrededor, mi conmigo, me descargo y me erecto.
Alf por el contrario esta sentado en el Chiriguinto con una caña, con sus gafas de pasta rosa, coja de patillas pero con suficiente soporte. Me mira y sonríe, ”hacía tiempo que no escribía poesía sin romperla”. Le puedo descifrar un aire de paz y felicidad interior, esta en fase de desahogo inspiratorio, degustando cada verso transportado a papel. Se cual es esa sensación, ”been there, done that”, o lo que es lo mismo, “he estado allí, hecho eso”. Me permite leerlo con la altanería del orgullo mientras me comenta: ”ha debido de ser tu influencia”, me hace sonreír. El poema describe pensamientos acerca del Rayo, me pido un café y sin pensar me pongo a escribir un poema mientras Alf se hace un porro.
Se lo adelanto a la vista después de entregarle las gafas, ”lee”. Procesa a la petición en silencio. Vacíos los dos, con el segundo proyectil entre los labios, damos paso a un coloquio más bien de tipo monoloquial en donde Alf no para de destapar misterios de la historia, el despertar renuevas conclusiones hasta entonces elípticas. “Sabes lo que es la camaruta?”, ”no, no lo se Alf”, pues la que no es camarera ni es puta”. “Ja,ja,ja”.
“Sabes?, estoy leyendo Giovanni Papinni”; “de verdad?, al final me hiciste caso”; “Alf, tu filosofía es bastante Papiana que lo sepas”. Me sonríe. “Alf, me voy a pegar un baño”. “Eso, vete tu solo, te sorprenderá lo que puedas llegar a experimentar, adeu”.
Sin saber como, mis pasos me van guiando por la senda construida con pisadas hacia la pequeña cala donde ayer nos recreamos los tres. Desciendo por unas escaleras de pendiente elevada que me llevan directamente a un centímetro del agua. Me pregunto como han podido edificarla sin romper el paisaje natural. Allí se encuentra una familia de tres, con bañadores, tomando el sol o zambulléndose en esas aguas cristalinas. Ni corto ni perezoso me bajo los pantalones quedándome desnudo.
Allí estoy, nadando cual anfibio dando vueltas sobre mi mismo, de un lado para otro disfrutando. Aprovecho para limpiarme. Es curioso porque me acaricio el pelo, “se me esta endureciendo, que bien estoy aunque esto seria cojonudo si estuviera solo”.
En un espacio que no dura más de 5 minutos la familia empieza a recoger los trastes, maqueándose para el regreso en Sociedad. “Acojonante, tanto tiempo solo rodeado de extraños que hablan otro idioma deseando no estarlo y ahora en una isla de dimensiones medias donde la gente me entiende al hablar, o eso parece, queriendo estar solo. Lo he conseguido con la fuerza del deseo, ¿dónde están las cámaras?. No hay. Cuanta satisfacción.
“Acabo de encontrar mi punto de flotación natural en el agua”, consiste en estar bocado con las piernas abiertas en “V” abierta, posicionando los brazos en extensión del mismo modo invertido. A modo de aspa humana consigo no hundirme, me mantengo simplemente con la fuerza de empuje del agua salada. La sensación me gusta porque los glúteos están expuestos hacia el exterior donde la suave brisa acaricia mi piel.
Mi mente es percepción, sensación conceptual fundida en el entorno liquido. Ahora posicionado en vertical juego a moverme lentamente como alga marina. Mis ojos están al ras de la superficie casi plana del agua estática, expectante por adivinar toda su belleza oculta. Puedo visualizar con claridad el fondo, las piedras de diferentes forma, tamaños, colores están alojadas entre tierrilla donde mis pies se entretienen. ¡Guauh!, esto es la ostia, ¿qué es eso que se mueve?. Joder, es un pez, que pasada. Mi excitación me ha hecho dar giros drásticos sobre mi mismo que ha agitado el agua, “le perdí”.
“Soy parte de la vida y ella me obsequia con el movimiento suave de un pez…, espera, ahí esta otra vez. ¿Cómo puede moverse tan rápido?. ¡No!, Son una pareja. Buah, ¡que pasada!. Trato de acariciarlos, obviamente me es imposible pero noto como esos pequeños animalillos acuáticos han perdido la desconfianza. Me muevo lento esta vez para no alterar su paseo. Me giro para acercarme a la orilla, ¡ostias!, detrás de mi noto un ligero movimiento. Esta vez es otro pez aun más pequeño pero que me parece del la misma especie con lo que pienso ”son una pareja“ ¡la cría!.
No salgo de mi sorpresa, de mi fascinación por lo que siento. Decido tumbarme boca arriba con medio cuerpo sobresaliendo a los rayos del sol. Me planteo masturbarme por un momento, pero comprendo que no procede. Cierro los ojos. Puedo oír la arenilla estallar contra las piedras inmóviles a modo de criqueos suaves una vez introducida mi cabeza en el agua. Allí abajo, abro los ojos. Mi cuerpo se esta sanando, ionizándose! positivamente. Me siento ligero de equipaje, respiro profundo oxigenando mis células pulmonares, “es el momento de regresar, tengo hambre. Esto tengo que contárselo a Alf, ¡que pasada!”.
“Creo que me equivocado de camino, ¿dónde están mis árboles guías, y mis piedras?. Va mira, tira por aquí, si vas hacia abajo seguro que llegas a un punto reconocible, me digo a mi mismo. En efecto, he ido a parar a unos 100 metros de distancia paralela de la carretera que lleva al chiringuito. Me paro a miccionar por el relax que me da el saberme situado. Llego hasta Alf que se esta leyendo el periódico local de Ibiza. Esta pensativo. “No te vas a creer lo que me ha pasado, Alf”. Le comento una tras otra mis sensaciones a lo que el concluye, ”Te lo dije”.
”Vamos a comer, tengo hambre, ¿aquí se puede comer, Alf?”, pos claro, tío mira tu oye”. Un porro después, los platos ya están en la mesa esperando a la degustación, “este bar es el único donde puedes beberte un albariño bien servido, fresquito“, “¡joder Alf!, ¿cómo sabes estas cosas?”. Él entonces me empieza a relatar la idílica historia de amor que llevan en secreto la hija del dueño del chiringuito y el Petit, que es el camarero que los ayuda. “Mírales, que bonito es el amor, si la madre se enterara lo despedía”. Ellos están preparándose la mesa para comer juntos, ”debe ser un poco tarde, los camareros siempre comen los últimos“.
¿Y el vino?. Mira que si no decimos nada, estos se lo beben con la excusa de haberla abierto para un cliente . ¿No ves?, ya, lo han hecho”, Alf se levanta tomando prestada la botella para rellenar nuestros vasos. Luego la devuelve.
“¿Sabes algo del Miguel, Alf?”, “que va, este debe pensar que nos hemos ido a Formentera, me alegro por él porque necesitaba desahogarse. Hace mucho que no folla, es como un caballo salvaje, lo sueltas y sale disparado”., en ese instante suena el teléfono: “hola mi niña, ¿cómo estas?, ¿dónde andas?...”. Es lo ultimo que le escucho antes de concentrarme en acabar el plato empezado.
“Era Andreita que viene dentro de un rato a vernos. Es curioso mira tu oye, la Andreita tiene 34 años, es madre soltera con dos churumbeles de diferentes padres y ahora tiene otro novio. Por cierto, creo que nos tomamos el día libre, ¿no?. Siempre viene bien de vez en cuando descansar de esta manera, sin hacer nada”.
Tras varias llamadas de desorientación, Andreita se presenta en el chiringuito con su hija, una pequeña belleza rubia asalvajada de 12 años de edad, con una inteligencia, frescura y viveza impresionantes. “Con 16 será imparable”.
Andreita viste pelo castaño liso a modo recoleta, de sonrisa limpia, extrovertida; la describo para mis adentros como belleza morbosa; charlamos amistosamente. ”Vamos a bañarnos mama”; “si que se nos hace tarde”; “creo que voy a acompañaros, vienes Alf?”; “No, iros los tres”.
La pequeña no se ha quitado el bañador, es más, se ha endosado unas gafas de bucear y un tubo a modo de esnorquel. Se entretiene explorando en lo desconocido.
Alguien se acerca en nado lento, como una serpiente acuática entre hierbas ondulantes. Lleva bañador. Vistiendo arrugas de edad avanzada, empieza hablar con Andreita. Yo escucho. Esta criticando a Alf, comenta las dotes de charlatán y hablador, sabiondo y vividor de la palabra. El tono despectivo, me duele. Hasta hace unos segundos, he compartido horas, minutos, nanoqouans con una persona que no se parece en nada a la que esta siendo descrita, “siempre hay dos versiones de la historia, el problema es el sentimiento que generan los antagonismos”.
Andreita y yo le defendemos porque entre otras cosas esa señora habla de alguien que no esta presente para rebatir, alguien que conozco y respeto, eso resta siempre credibilidad. Además, alguien que habla sobre alguien a alguien que no conoce sabiendo que este alguien conoce al alguien del que habla y que no esta presente, me inspira repugnancia. En ese momento la inmersión es inmediata, son más interesantes las rocas mohosas del fondo de la cala.
Ya de vuelta, un sentimiento extraño me recorre por la mente, ¿es realmente cierto lo que dijo esa señora?, ¿tendrá algo de razón? (cuando el río suena agua lleva?) ¿Porqué me planteo estas cuestiones? ¿A qué se debe mi duda?. La inseguridad recae en mi al mismo tiempo que converso con Andreita de lo sucedido.
Llegamos al chiringuito y acto seguido se lo soltamos a Alf. ”Pero esa tipa de que va? ¡Será hija de puta! Acaso me conoce de algo? Quién se cree ella para criticarme delante de un amigo mío que no conoce? Tiene cojones!, cuando la vea se la voy a formar, es mas, voy a esperar al momento oportuno, cuando menos se lo espere y en publico”.
Entre chispas de infortunio decidimos irnos en el coche de Andreita que gustosamente se ofrece a acercamos a Santa Eulalia previa parada en Sant Carles para sacar algo de pasta.
No me acuerdo de su nombre, pero sigo pensando que con 12 años esa niña tiene un don, es un lujo conocerla, nos hemos caído bien porque ella se muestra más abierta, no obstante me ha visto el pene sin aspavientos minutos atrás, quizás eso haya sido una prueba de confianza para ella.
Andreita tiene un estilo interesante de maniobrar con el coche, es decir, al tun-tun, pero estamos tranquilos, algo en la atmósfera tranquiliza nuestra duda.
Ya estamos en Santa Eulalia, nos despedimos con “ha sido un placer” y un par de besos de despedida abierta. Ha sido bonito pasar unas horas con ellas. Caminando por el pueblo…
Andreita nos ha dejado en un a cafetería taciturna que se encuentra en la carretera destino a Santa Eulalia. Este lugar tiene una terraza bastante interesante, esta al lado de otro bar llamado ”Las Dalias”, que al parecer es uno de los bares con más sobrenombre de la Isla por su marcada historia hippíe en aquellos tiempos de ácido y desdoblamiento de la razón ya obsoletos.
Caminando hacia ellos una pareja joven se nos ha parado en el camino, quizás a unos 50 metros del primer bar.
“Buenas tardes, sabéis donde podemos encontrar una calita o una playita interesante para darnos un baño?”. “Si, mira tirad por la carretera y llegando a Sant Carles tirais a mano derecha y en esa zona encontrareis de lo mejorcito de la isla, por cierto ¿de donde eres?”. Alf creo que ha reconocido el acento. ”Mira, somos de Zaragoza”, ¿y que pensáis sobre la catalanizacion de vuestra tierra? Porque ahora los catalanes quieren reunificar el antiguo reino de Aragón y hacerlo patrimonio nacional, imponiendo el catalán como lengua oficial, ¡manda huevos!, encima es una propuesta socialista. “Pos que queréis que os diga, que ahora somos todos catalanes parece ser, ¿no?”. El tono sarcástico del chaval desata las carcajadas de todos. “Es que tenia curiosidad por preguntárselo a un zaragozanazo, porque aquí en la isla solo conozco el pensamiento más cercano, pero no la versión de lo los afectados”.
La pareja aun sigue en el coche con el motor encendido, pero la conversación de Alf creo que les ha tocado las fibras sensibles porque han decidido aparcar en el lugar, apagar el motor y echarse una caña con nosotros bajo propuesta alfiana.
La terraza, que es amplia, esta genial. Ya en sus dominios un tipo que parece un camello asalta a Alf mientras miramos alrededor. El gesto facial de Alf ha tornado a serio por un momento, “el sábado saldamos deudas”. Me he percatado de la situación pero prefiero silenciar, le preguntare más tarde acerca de.
Nos sentamos en una de las esquinas, las mesas son de madera, las sillas aderezadas con cierto toque de elegancia original.
Hemos empezado a charlar sobre la historia de Zaragoza ya con la caña en las manos; los porros van cayendo uno a uno, sin prisa pero sin pausa. Al parecer el chico se dedica al estudio de su tierra. Alf, parece un niño escuchando, asimilando, entendiendo, absorbiendo y comparando sus conocimientos.
Alf se ha soltado la melena, eufóricamente hace la comparativa entre la Ibiza, de los payeses, de su endogamia interiorista por la supervivencia de costumbre y sangre, y de la invasión catalanista que esta sufriendo Ibiza…
Me he desplazado visualmente de la mesa para echar un vistazo a mi alrededor.
Una pareja de mujeres de edad madura se han sentado cerca; en otra mesa adyacente un hombre de unos 35 años parece disgustado. Me detengo en el, me ha llamado la atención.
La camarera se acerca. Aparto la mirada porque creo entender que esta cabreado. En efecto, acto seguido charla con la pareja de enfrente que ahora tiene un par de platos de comida. No me gusta el cariz de su mirada ni su forma de hablar la cual no logro entender. Me duele porque vuelve a asaltarme la misma sensación que en la cala con aquella especie de víbora de genero inclasificado.
Mientras, Alf sigue hablando sin darse cuenta. Por mi parte, desconecté de la conversación en el instante en el que me percate de esa extraña sensación de malestar. ”Por que la gente es asi?”, me pregunto con la rabia de la incomprensión.
No se cuanto tiempo he estado outside pero llega la hora de la despedida, el atardecer a dejado de tener brillo, la noche esta cayendo suavemente. Los zaragozanos nos hablan de las Dalias como parada en su ruta, “iros a daros un bañito, relajaos, descansad, disfrutad del lugar y después volved cuando podáis saborearla en su esencia pura. Si entrarais ahora perderíais el encanto de la primera vez, tenéis que entrar en el momento adecuado, así lo apreciareis mejor”, dice Alf, .
Un par de besos, un saludo y se cierra otra ronda de intercambio tertuliano.
Ya los dos solos nos planteamos un cambio de tercio alternando con par de copas de vino; Alf tinto, yo blanco.
Alf ha desplegado toda esa maquina computerizada, que parece más un símbolo de la historia que una señal de progreso sobre la mesa. Tiene la intención de pasar todas las fotos del festival del Rayo, disquete a disquete.
Entusiasmado por el proceso de transferencia, con la gafas a la altura media, con el vinito y su porrito, Alf muestra esas fracciones de santo demente, de pasión inconcebida por la vida y sus pequeños momentos, por la sabiduría de la experiencia, por el conocimiento antropológico, por su seguridad, por las miles de batallas emocionales libradas contra si mismo, por el espíritu mutable, la metamorfosis infinita de su alma, por la fe del que cree en algo, en alguien…
Al mismo tiempo, mi credulidad hacia Alf esta alterada, no se en que creer, en quien creer, la duda es enorme, todo a mi alrededor ha tornado a un gris oscuro de frases y miradas cruzadas; analítica introspectiva de cada situación con dualismo acrecentado; profundidad en cada palabra o estudio contemplativo. Se acerca el momento, ”Alf, dudo”, ”¿de qué?”, ”de si todo esto es autentico, de ti. Me jode porque me hace daño el tansiquiera planteármelo”, ”joder, tio, ahí no te puedo ayudar, pero desde ahora te digo que si no crees en mi, es mejor que mañana mismo te vayas, reflexiones y decidas, aquí estas perdiendo el tiempo si no. Mira que fotos más guapas ha hecho Miguel”.
Camino al campamento, es de noche, hace un poco de rasca. Hablamos distendidamente, nuestro volumen nos delata. Me siento abrazado por un manto de energía positiva, mis pupilas semi-cerradas por la fumada siguen aun percibiendo sombras en la noche. Vamos por la carretera en el lado derecho en fila india por supuesto ya que ir paralelo supone peligro de ser estampado por algún coche, la oscuridad es demasiado profunda como para correr riesgos estúpidos e innecesarios. De repente un coche camuflado en negro nos ha adelantado. Con los intermitentes parece darnos entrada, “mira, Alf, creo que ese coche nos ha parado!!”, ”ostias es verdad, y sin hacer dedo”.
Efectivamente, salimos corriendo con los trastos que no son muchos, ”qué, a Pou de Lleo, ¿no?”; es uno de los jefes del bar-restaurante cercano al campamento.
Nos ha llevado hasta el mismo restaurante, ”venga, que os invito a un café caleta, el típico carajillo ibizenco”.
Entre supuestas teorías del payes antiguo y comentarios del tipo: ”tu que sabes tanto, te diré algo que no sabes”, que son los que le gustan a Alf para fomentar y engrandecer su conocimiento, nos es servido el café por un camarero silencioso, agazapado entre su misticismo.
He de reconocer que el primer sorbo me llega hasta los dedos de los pies, los pelos se me erizan como escarpias, es bastante fuerte, intenso. El humo, que desborda la taza da muestras de su temperatura; como un rayo que te atraviesa. La siguiente sensación es de placer dulce. “Creo que era lo que necesitaba”, ”qué, ¿te gusta?”, “es bastante fuerte, ¿qué es lo que lleva?”, le pregunto al camarero para romper su hielo de distancia aparente. Amablemente y con cierto toque de orgullo y satisfacción me responde; ”mira, lleva café solo, hecho en puchero antiguo, coñac y canela”.
Pie tras pies, legua tras legua, huella sobre huella, revirtiendo los pasos dados, dirigiéndonos a lo que se promete descanso en toda regla, Alf me comenta de ir al día siguiente al Mercat hippíe de Es Caná porque la Marga, una de las brujas más antiguas y malas de la isla le debe 20 euros. Yo, encantado.
Esta vez me toca a mi dormir fuera, “te importa si pongo la radio?”, “no Alf, tu mismo”.
“La iglesia tiene como termino diferenciante….”
“Buenos días, son las 8, te espero más arriba del chiringuito, tomando un café”.
Es temprano, creo que dormí a ratos entre debates radiofónicos de diferente calibre. Esperaba un programa de música pero no conté con el factor Alf.
Tengo los globos oculares hinchados como pelotas de golf. Decido acercarme a la pseudo-playa que esta al lado del chiringuito para lavarme la cara, el cuerpo, el espíritu y refrescarme las ideas ante un nuevo día.
Las aguas parecen un manto liquido intocable con ausencia de movimiento, claras hasta deslumbrar. Para acceder, he de caminar sobre un entrante de madera construido a conciencia. Dejo mis ropas en su final y me lanzo libre. Observo diferentes tipos de peces antes de avivarme en el enjuague, no quiero hacerme de rogar.
Me he comprado un móvil por urgencia ya en Santa Eulalia, lo más importante de él es que es práctico. Además es el mismo modelo de Alf y Miguel para estar comunicados.
Nos hemos desplazado a uno de los ciber-cafés que Alf frecuenta. Allí nos tomamos otro café y enganchamos los móviles a una de las salida de corriente del bar.
A toda ostia corremos para no perder el autobús que nos llevara al mercado, perder este supondría cagarla porque el siguiente llegaría demasiado tarde. Nos metemos por los pelos.
El autobús va lleno, solo queda un sitio libre, justo en el medio del grupo de asientos que cierran el autobús. “Ahora achacaras que estas viejo y bla,bla,bla, no?, en fin Alf , siéntate tu entre otras cosas porque ya lo estas”. Me dirijo pues al centro del mismo para respaldarme en las ventanillas. Me estoy entreteniendo con el móvil, ahora trato de ajustar la fecha, pero es curioso, no se en que día estamos. Tengo una chica al lado, “oye perdona…”.
Ella es rubia con pelo liso agrupado en una coleta, porta gafas de sol con cristales progresivamente ahumados de azul claro hacia transparentes en su base. Recorro su rasgos faciales, me entretengo en su nariz que me parece hermosa, ”esta chica esta bastante buena, no?”, pienso.
Solo han pasado unas fracciones de segundo, me mira, “sorry, I can't understand you” (lo siento no te entiendo), “no importa, yo hablo ingles, puedes decirme a que día estamos hoy, me he comprado un teléfono esta mañana y trato de ajustarlo”. Me enseña su reloj, presenta un gran esfera. Es 27.
”¿De donde eres?”. ”Soy de Londres”. ”Ah!, yo estuve trabajando un año en Lincoln, ahora estoy en Escocia”.
Creo Alf esta flipandolo, yo ni me he dado cuenta, llevamos un conversación muy distendida, me esta explicando el por que de su estancia en la isla. Se dedica a cuidar niños por la mañana-tarde para salir a desfasar por la noche. Esta de vacaciones por dos meses, ”no deberías trabajar en vacaciones, se trata de descansar mentalmente, de eliminar el estrés de tu día a día en el curro que ya es suficiente, ¿no crees?”, “mira, en esos pisos vivo yo, pásate cuando quieras”. Lo haría como solo yo lo se pero presumo que es la primera y la ultima vez que la veré.
“Eh, Moriarty, nosotros nos bajamos aquí”. Este es mi amigo Alf y tu eres…”, ” Chris”, “vale Chris, yo soy Moriarty, y creo que nosotros nos bajamos aquí”, “yo también”, “bueno preciosa, ha sido un placer, espero verte en otro espacio tiempo”, me dedica una sonrisa y se pierde por la calle.
Aun estoy emocionado, feliz por darme cuenta que estoy aprendiendo otro idioma, que merece la pena estar en otro pais, que puedo comunicarme con más personas…, cuando suena el teléfono de Alf. Es Mik, que esta con sus amigos del festival de Rayo en la puerta de entrada del merka de Es Caná, esperándonos.
Volvemos a recibir una llamada de Mik justo en la puerta de acceso. “Donde estas. Nos ves. Detrás de nosotros”.
Cierto, como el cielo azul soleado de ese mediodía, allí esta, con sus ojos marítimos y tirabuzones de oro, sonrisa, brazo en alto haciéndonos señales de reencuentro, como si el tiempo no hubiera pasado, con la cámara colgando sobre su enclenque esqueleto, totalmente desprovista de batería. ”Mirale, tan contento”, reapunta Alf mientras nos acercamos.
Me alegra verle, pensando en que le dejamos acompañado por una chica, nos acercamos con la sonrisa del cómplice para saludar, ”¿nos tomamos una canita?”.
El bullicio de la gente, que no es poca, queda en un segundo plano mientras intercambio unas frases de admiración por uno de los colegas de Mik que he reconocido como el bajista del grupo. Le hago llegar mi natural desmadre, del trance espiritual al que accedí a través de sus acordes. El se ríe, hablamos de la improvisación como termino aplicado a la técnica.
Ya nos hemos despedido de ellos, ”son majetes, el problema son sus padres, vamos al mercata a por los 20 euros”, señala Alf mientras nos adentramos, ya camino de vuelta al mercado, por una callejuela que nos vehicula a un semi-descampado cubierto por la sombra frondosa de un enrome y ancestral árbol cuya especie no adivino.
Sentados, descargados, no paramos de cambiar impresiones sobre las últimas horas de ausencia, ”no jodas que no te la follaste?!”, Alf nos brinda uno de sus porros. Nos reímos, hace una temperatura cordial, estamos relajados, fumados, estamos preparados para sentir el Mercado.
La puerta de entrada es amplia, decorada con un arco pero el tumulto es tan grande y vamos tan fumaos que realmente nos cuesta entrar. “!guah!, que pasada, Alf, como flipa esto”, estoy percibiendo, sintiendo algo extraño, la gente, las sombras, la arboleda , la vida, el movimiento, la esencia, la historia de un lugar con caché propio. Mis pupilas absorben colores diversos, mis orificios nasales pueden captar la mezcla de mezclas de inciensos de los diferente puestos de venta. Cada uno tiene su copyright, su sello; unos ofertan dibujos; otros bisutería diversa, desde metal pasando por plástico y acabando en madera; otros vestidos, otros, otros, y otros.
Voy a mi puta bola sonriendo para mis adentros acordándome de alguien diferente en cada puesto que veo, ”joder, a Myriam le encantaría este anillo, a La Golfa esta falda, joder, sois tantos y tantas, ja,ja,ja”.
Hemos llegado entre tanto al que más nos interesa. Alf nos hace las presentaciones, es Marga, una señora de mediana estatura, no me parece que sea muy vieja, ni mucho menos bruja, aunque sensación difusa se apodera de mi. Se sale del puesto, ha agarrado una manguera y se ha puesto regar los alrededores de su tiendecita. A medida que el olor a tierra húmeda se acrecenta, la temperatura se suaviza, la gente no para de pasar, el calor humano es evidente, ”¿quién quiere ser mojado?”
No parece importarle la respuesta ya que enchufa la pistola a los pies de el primero que pasa. Se recrea con los niños, parece más confiada, a uno le ha empapado. Todos sonreímos, “tienes los 20 euros?”, pregunta Alf, “toma, ya hablaremos mañana, tenemos que hacer negocios”.
“Tenemos que conseguir costo, Alf”.
Estamos mirando de puesto en puesto, trankilos, esperando el momento adecuado, el camello idóneo o el que sea, para surrealistas. El mercado tiene aspecto de serpiente en movimiento compuesta por calles diversas, estrechas todas ellas, y con tanto ser humano aun mas. Esquinas impolutas al paso del tiempo guían nuestros pasos de manera aparentemente indireccionada.
De repente una suave brisa cargada de percusión acaricia nuestros tímpanos, hayamos música entre el tumulto generalizado y el bullicio de voces poliglotas. Sabemos hacia donde caminar, eso es todo.
La música es penetrante, contundente, profunda, suave y constante, “mira, el que esta tocando el Jembe, se llama Raul, debe de ser uno de esos hippíes auténticos que aun quedan vivos en la isla”.
Raul es un individuo bastante delgado, con una enorme barba grisácea con tonalidades que van de un blanco a negro peculiar. Arrugas que denotan experiencias varias marcan sus rasgos faciales ocultando su edad. La mirada la tiene perdida en algún lugar de su infinito momentáneo. Viste simple, pantalones de tela fina, camiseta corta; esta apoyado en una tapia donde descansa su espalda entre curvada.
A su izquierda se encuentra otro percusionista, tiene sujeto entre sus piernas unos timbales, aguardando su momento de entrada, más a su izquierda y recostado en el suelo, un extranjero de cabello rubio que acaricia entre sus manos un enrome tubo de madera el cual hace estallar a modo de respiraciones circulares continuas. Su especialidad son los instrumentos de viento, puesto que en su costado descansa un trompeta.
En la otra punta, una batería color granate claro, bien articulada con platillos de diferentes tamaños, chárter, bombo, caja acústica y un par de timbales pequeños. “Como me gustaría tocarla”, pienso para mis adentros.
No hay nadie sentado en ella pero a su izquierda, fumando, se encuentra situado un hombre de mediana edad tirando a madura con un pelo largo, rizado, negro zaino brillante que no para de moverse al compás de sus compañeros.
En el centro del grupo y un poco más apartada de ellos, una chica pelirroja teñida, bastante atractiva, danza de forma provocativa mientras trata de vender al personal unos Cd's del grupo, a modo de insinuaciones verbales, “bien currao, si señor”.
Intuyo que están todos en trance, el acople entre ellos es perfecto, el ritmo es una invitación al viaje, acepto con todas las consecuencias, no puedo negarme.
Mis pies van por un lado, mi cuerpo por otro, mi cabeza percute el aire, mis ojos entre abiertos y sonrisa en alto me declaran en estado de goce. Me gusta mucho, con lo que me intereso por el Cd en venta. Su portada viene a ser algo así como una flor de lis de colores brillantes, fuertes, vivos,” será una visión en estado de éxtasis?“. En el se pueden ver impresas las siguientes palabras: ”Open door, Benidrums, ibiza's drum-dance”. Me lo compro sin vacilar, son esos impulsos que siempre tengo que nunca me fallan acerca de algo que puede ser autentico.
Mik, bailando a su rollo, descarga una serie de disparos con la cámara que al grupo no parecen importarles. Alf se ha sentado detrás de todos.
“Quien quiera compartir, vosotros mismos”, ofrece la chica con voz jocosa señalando la batería. Pienso en un flash de segundo: “que demonios”. Por una vez en mi vida decido dar rienda suelta a lo que llevo dentro no sin reconocer en mi interior esa sensación de miedo. Estoy de buen feeling, me meto al saco entre bombo y platillos. Empiezo a tocar con un poco de miedo el ritmo que me sale desde el interior.
Han pasado10 segundos y tengo el acompañamiento a base de trompeta. Mik a cogido un cencerro que lo hace sonar continuamente. Alf sonríe a mi lado con la felicidad de verme desinhibido. Cierro los ojos y me dejo llevar.
6 - 7 minutos después, he dejado de tocar, ha sido acojonante pero uno es consciente de cuando parar. Por el contrario el colega de pelo largo se ha sentado en ella y esta marcando otro rito más acorde a las necesidades del momento, me agarro una pandereta y la hago sonar. Ahora estamos tocando 6 personas y la gente a nuestro alrededor parece disfrutar, van llegando cada vez mas.
Alf en ese momento esta dialogando con una pareja que pasea un bebe en un carrito. Me acerco a ellos en un instante de parada. Ha conseguido costo, la pareja son un par de camellos. No se como lo hace este Alf, pero ya se esta liando un canuto por y para todos, con la sonrisa demente del placer.
La tarde ha pasado amena entre charla y risas. Tenemos hambre y nos desahogamos.
“Vámonos a las Dalias, tenemos que hacer negocios”, ha sugerido Alf. La verdad es que con los estómagos llenos, provistos de material fumable, con todo el tiempo para nosotros y a gusto, cualquier sugerencias es bien recibida por el grupo. Nos levantamos, andamos por la calle sobrados de espíritu, charlando distendidamente con la idea fija de hacer dedo hasta nuestro siguiente destino.
Hemos llegado al lugar, es de noche, el ambiente esta tranquilo, Alf saluda a una pareja bastante peculiar. Ella es italiana, el mejicano. Me dejan con ellos mientras se van a la caza de un nuevo cliente para su página web.
La italiana, de madura edad, tiene una especie de aura mística que rodea su figura. Hablamos, “ahora es el momento en el que has de vivir lo que la vida te tenga preparado, bienvenido al club, ahora ya sabes que hay otras verdades, otras realidades, tu decides”, sus palabras me impactan en el cerebro como metrallas de realidad, confirmando mis pensamientos.
Se acaba de sentar a nuestro lada una chica que no habla español. Se me cambia el chip, intercambio pensamientos sobre mi estancia en gran Bretaña al compás de Bob Marley como banda sonora del bar.
Siento un serie de vaivenes de energía en el ambiente, mi conversación se ha tornado a un monologo sobre la vida de Boby, me doy cuenta y paro por un segundo mi excitación ante revelaciones propias. Ellas se miran, parecen decirse algo, capto una sensación que me turbia, empiezo a sentirme incomodo cuando en esos momentos aparecen Alf y Mik con la derrota en sus miradas, no lo han conseguido
No importa, pensamos en entrar en la otra sala del bar, aquella donde la gente esta en un entorno chill out, tumbados en cojines al ras del suelo, fumando y charlando amistosamente, pero todos hemos notado que no es el momento adecuado. Decidimos volver al campamento.
Estamos sentados en frente de un bar típico de Sant Carles, esperando el coche oportuno que nos acerque a otro punto, son más de las 12 de la noche, Alf se esta haciendo un porro, sonríe, habla jocosamente, ”y pretendes que nos lleven haciendo dedo”. Mírate, haciéndote un porro, descojonándote de risa. Parece que estamos de juerga más que haciendo dedo, joder, así no nos cogen ni queriendo”, Alf se parte el culo ante mis palabras, “la verdad es que tienes razón, vámonos andando al Pou por un camino que conocemos que atraviesa la colina”. “A sus ordenes mi capitán”
Tengo que reconocer, que no se por donde ando, ni tan si quiera diviso tres palmos delante de mi, afortunadamente el teléfono móvil me sirve de linterna para no tropezar y abrirme la cabeza con la bruptosidad del terreno. Alf y Mik intentan tomar referencias sobre la marcha para dirigirme por la senda adecuada que nos lleve al camino. Desisto de pensar, meo, cuanto placer.
La verdead es que me importa un carajo, por donde vamos, confío en ellos, es una sensación que había perdido hace algún tiempo, esa de dejarme llevar por otros, relajarme mentalmente y disfrutar. Pues bien, ahora, en medio de algún lugar desconocido por mi no me queda más remedio que asimilarlo, lo hago sin vacilaciones, “que se joda el mundo!”.
Hemos llegado al camino en cuestión después de varios desvíos de incertidumbre. La noche es tremendamente clara, no corre el viento y el cielo esta cubierto de constelaciones. Miramos hacia arriba, “la vía Láctea!”, apunta Alf, “joder, es enorme, es como una hilera ancha de estrellas en procesión hacia el infinito, nunca me pare a pensar, siempre oí hablar de ella pero hoy la veo”, contesto, “y allí están las Playedes, esa constelación irregular concentrada de estrellas a modo de triangulo isósceles tumbado!, ¿la veis?”, ”joder, Mik, ni puta idea, ah si la veo, como dices que se llama, ¿Playedes?”, me doy cuenta de mi incultura astronómica en esos instantes “y allí esta Marte, es la estrella que más brilla, no es preciosa?”, ”si Alf, si que lo es”.
Nos hemos encontrado con una bifurcación en el camino de tierra, decidimos tirar por el de la derecha ”debemos de ser de los pocos que se han recorrido esta isla de punta a punta atravesando su geografía con los pies.”, “tengo miedo Alf, esto esta demasiado oscuro”, “mirad, que es ese halo luminoso?, porque la vía Láctea no es, parece que tiene forma indefinida en su origen, es como una nebulosa difusa que proyecta el halo en cordón hacia Marte, ¿no?”. “Es cierto, Mik, joder, ahora si que me cago vivito”.
Alf no para de decir tonterías que mi ingenuidad no se percata en diferenciar como lo que son, autenticas gilipolleces, “no me digas que tienes miedo a tu edad, aquí no hay nada por lo que temer estamos en la Natura”, y Mik que parece sumergido en su paseo se ríe. “Pero que cabrones!”, no me queda otra que superarlo, ¿no?”, ”pos si”
Después de no se cuanto tiempo y algún que otro miedo disperso, hemos llegado, puedo reconocerlo, al chiringuito. Estamos profundamente reventados, esta vez a Mik y a mi nos toca la mosquitera, nos apetece disfrutar del cielo un poco más. Alf se retira a sus aposentos, Mik y yo por el contrario nos entretenemos impasivos con la mirada hacia tanta claridad, tanta belleza estelar, “mira, ¿viste la estrella fugaz?”, “si ,Mik, increíble atravesó el cielo entre las ramas de los árboles, aun la tengo en la memoria, buenas noches, Mik”, “buenas noches, Moriarty”.
Se que es jueves, llegué un Domingo, sinceramente tengo el sistema horario alterado pero aun reconozco los días, debo hacerlo, mañana mi barco parte de regreso a Denia a eso de las 11:00, aunque debo estar 30 minutos antes para el embarque….”qué son treinta minutos ante la eternidad, ¿verdad?”.
Es tarde, eso seguro, otra vez, tampoco importa. Me levanto, despierto a Mik en el movimiento y a desayunar.
“Podríamos ir al cine, qué os parece”, “a ver qué”, “Terminador 3, es la única que parece que tiene algo, pero debemos ir a Ibiza para ello, de momento vámonos a dar un baño.”
El tiempo esta pasando bastante rápido, esta anocheciendo y aun no comimos, estamos en Santa Eulalia, “las 18,40”, ”tranqui, nos darán de comer, siempre lo hacen, Moriarty, relájate”. Efectivamente, un grandioso plato de lentejas nos da la bienvenida, agua fresca, ensalada con maíz para Alf aunque la camarera olvido que lo detesta. Le ayudo
La indecisión nos ha comido, entramos en el Cesar que es el ciber café, para dejar mi macuto en la cocina hasta el día siguiente, Alf ha salido a buscar costo para mi. Por un día, Alf ha delegado la toma de decisiones en nosotros, esta cansado de ser siempre el quien dirija. Y tiene razón a mi modo de ver pero estoy bastante fumado como para pensar con claridad.
Alf ya ha regresado, discutimos por la inseguridad de decisión, la imposibilidad para ir al cine que ya es inminente, Alf esta intranquilo porque se acerca el fin de semana y no tienen euros suficientes, Mik no parece darse cuenta de la situación son demasiadas cosas como para no prestarles atención.
Nos han acercado a Sant Carles, estamos de nuevo sentados en el mismo punto de ayer, es igualmente tarde, Alf se hace un porro, que parece ser el de la paz. En ese momento aparece de la oscuridad un hombre que parece anciano, esta bebiendo vino. Se sienta a mi derecha. Es un alemán que vive cerca del lugar en una casa que se ha construido el a base de su tiempo y sus manos. “Soy el hippie más viejo de la isla”, me comenta con un tono alcohólico bastante considerable, “no, perdona, de los más viejos soy yo, me llamo Alf”.
Después de interrogarse mutuamente, de cambiar impresiones, discutir acerca de su estado residencial y de como con su pensión Alemana esta viviendo en Ibiza, Alf da por terminada la conversación.
El tiempo pasa, somos 4 esta vez haciendo dedo, es imposible que nos acerquen. Alf lo sabe, se levanta airado a andar comentando que así no nos van a llevar. Yo me doy cuenta también de la situación pero no reacciono, me da palo decirle al alemán que se vaya para facilitarnos el regreso.
En esos instantes Alf estalla: “Que no tío, que no te das cuenta, que somos demasiados contigo aquí, que no nos van a llevar, joder”.
El acumulo de situaciones, de pensamientos y de preocupaciones han llevado a Alf a hablar en un tono alto. El alemán se da por aludido y se aparta del lugar.
“No se como coño lo hago pero siempre acabo pareciendo el malo, joder!”, Alf tiene razón pero Mik y yo estamos en un limbo paralelo.
Mik empieza a discutir con Alf sobre conductas, yo me encuentro en el medio de los dos tanto física como mentalmente, hay discrepancia de caracteres entre ambos, cosas que lo considero normal después de más de un año de convivencia. Alf se rebota y decide irse andando por la carretera a medida que levanta el dedo para buscarse la vida por si solo. En ese instante nos para un coche, son jóvenes, ”a donde vais?, “al Pou des Lleo”, “venga subiros que os llevamos cerca”.
Mik ya se ha metido en el coche, pero yo aun diviso a Alf en la distancia, “oye perdonad, pero es que somos tres”, comento; “pues no tenemos espacio suficiente”, “bueno, no os preocupéis, muchas gracias de todos modos.”.
Alf ha percibido esta reacción y decide regresar con nosotros. Mik no parece entender los motivos por los cuales ha regresado, ”después de más de un año aun no me conoces, tío?, no has entendido, ¿has entendido que he regresado por el detalle que habéis tenido?. Moriarty tu hace no mucho me hablabas de que ninguno de tus amigo se encarga de tus sentimientos cuando tu siempre estas ahí para los de los demás, dime pues, y quien se encarga de lo míos, ¿eh? “, “yo lo hago Alf”.
Nunca he visto a Alf tan cabreado, se va alejando poco a poco entre las sombras. Salgo detrás de el, trato de hacerle entrar en razón y mis ultimas palabras lo hacen: ”tio, que me voy mañana, ¡joder!”; “tienes razón”.
Nos hemos fumado un porro, parecemos todos más tranquilos, sabemos como somos, en cierta manera no podemos cambiarnos, nuestros errores son perdonables bajo el entendimiento de la palabra Amistad, nadie pretende hacer daño intencionadamente aunque la brecha esta hecha.
Decidimos caminar, el aire fresco nos tranquiliza, tiene un efecto cicatrizante.
Nos dejan en un punto intermedio del camino, la noche es profundamente oscura pero aun así encontramos un árabe que nos acerca a un pueblo a dos kilómetros de distancia que según Mik es un sitio en el que podríamos encontrar ambiente.
El lugar esta genial pero no hay mucha gente, la camarera es muy atractiva, solo habla ingles con lo que charlo amistosamente con ella.
Una cerveza después decidimos que ya hemos tenido bastante por hoy, ha sido un acumulo de despropósitos que deben terminar donde empezaron esta mañana, en el campamento.
Caminamos hasta llegar a el, las aguas turbulentas son remansos en el olvido. Me encuentro mejor, por mí, por todos.
Estamos sentados en la mosquitera, haciendonos un porro las cosas se ven de otra manera, sonreímos, nos entendemos, nos respetamos y nos apreciamos.
Me he quedado dormido en al aire libre, los mosquitos me han vuelto inmune para la próxima visita a Ibiza, el teléfono ha roto el silencio como ALARMA, es la primera vez en días que estoy pendiente del tiempo. Son las 7,45 a.m. Ayer reserve un taxi en mi lucidez mental que esta mañana agradezco con dulzura.
La claridad del amanecer contrae poco a poco mis pupilas. Echo un vistazo al campamento por ultima vez, allí esta Mik en su mundo de sueños. En el interior de la tienda, el viejo maestro, el sabio capitán de las experiencias.
De cuclillas frente a el, los extraño aun cuando no me he ido, no puedo evitar sonreír por gratitud, han sido 5 días increíbles cargados de emociones, de experiencias, de sensaciones, de pensamientos, naturismo, libertad, simplicidad, complicidad, amistad, controversia, todo absolutamente todo está dentro de mi, de algún modo saldrán a la palestra a modo de lecciones aprendidas de valor incalculables.
Han sido 120 horas de Humanismo profundo, búsqueda interiorista, dispersión y creación de nuevas dudas, nobleza, realidad, integridad amasadas en un espacio-tiempo abierto a corrientes energéticas y creencia de mi yo.
En ese momento de mi despedida silenciosa, Alf se ha despertado, me ha mirado con sus ojos de santo demente en expansión continua por y para la vida, le he sonreído, le he apretado la mano,”aquí tienes 20 euros para hoy, gracias por todo, sigue durmiendo”.
Ya me encuentro en el Manuel Azaña con mis trastes, después de un tiempo en espera , reflexión; es soleado, estoy en estribor, escribiendo…
“La Sociedad actual esta enferma por el carácter infecto-contagioso-letal, de cierta etiología oculta llamada INSEGURIDAD.
Produce un estado neurótico degenerativo irreversible del humanismo como cualidad innata del hombre, destruyendo el sustrato energético del cuerpo o lo que es lo mismo: el alma.
La Sociedad no esta acostumbrada a oír la verdad.”
“Mis poros piden a gritos experiencias,
mi alma enferma, salud de movimiento,
mi mente, despertar de ilusiones,
en cada segundo que respiro la necesidad me urge.
Las palabras han de ser el cemento,
mis pies los ladrillos,
mis versos las ventanas
ya que mi vida es una casa en expansión continua.
Las heridas no duelen cuando son naturales,
cuando la sangre que se vierte es roja intensa,
cuando la soledad ha sido aislada
y el silencio es sinónimo de escucha o descanso.
Cuando los huesos son macizos de hierro,
cuando el espíritu se retrae al punto de ansiedad,
cuando la razón arde hasta bloquear,
cuando llega el momento de marchar...”
Para Alf y Mik
viernes, 24 de octubre de 2008
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